Mirar por la ventana
Antes, no hace tanto, la cosas se descubrían mirando por la ventana. No importaba qué tipo de ventana fuera o dónde estaba o si tenía los vidrios sucios o limpios. Las ventanas eran la posibilidad de extender más allá de uno mismo las vivencias cotidianas. Eran una herramienta que usaba la curiosidad, te ayudaba a meterte un poquito en la vida del otro, en tomar tiempos a las bicicletas que pasaban, en espiar a los pajaritos, te ayudaba a irte, a volver y tantas otras cosas. Antes, dependiendo de la edad, uno usaba la ventana para fines diversos. Durante la infancia la ventana te dejaba ver si los amigos vecinos ya estaban jugando en la calle, si las gotas de lluvia hacían globitos, si llegaban las visitas, si había pasado la hora de la siesta, la ventana, te dejaba dibujar formas con el vaho del aliento en el vidrio, era además, un blanco fácil para las piedritas que de vez en cuando tirábamos, casi provocando el castigo. Era nuestra aliada. Después, con la adolescenci...