Y si...
Hace tiempo participé en un curso de formación de "coachers", al que dedicaré una entrada especial más adelante, y rescaté, entre todas aquellas frases de ayuda una que me sorprendió por lo simple y lo difícil de llevar a cabo.
Dijo la "coach", que una de las frases más motivadoras para una persona es cuando le preguntas: "¿Y si...?"
Me quedé pensando y luego intenté, como buena aprendiz aplicar la receta, empezando por mí misma.
Me senté en el sofá de mi casa y me dije: "¿Y si te levantas y haces un poco de ejercicio en vez de ver la tele?". Para mi sorpresa, el hecho de haber tenido la valentía de formular la pregunta hizo que me revolviera incómoda en el mullido almohadón y entonces, más por vergüenza que por convicción, decidí, que durante los siguientes 5 minutos dedicaría mis energías a esos abdominales que se resisten a dar resultados. Y funcionó. La pregunta. Los abdominales no.
Y entonces, como si un impulso invisible me guiara, fui aplicando esa pregunta en otros aspectos de mi vida.
"¿Y si escribes hoy ese mensaje que te has guardado durante días en tu cabeza?"
"¿Y si te apuntas a clases de tu deporte favorito, que tienes olvidado hace tanto tiempo?"
"¿Y si sonríes más a menudo?"
"¿Y si te olvidas de por qué te duele el corazón?"
"¿Y si reconoces que en las pequeñas cosas tienes la energía que necesitas?"
De esta batería de preguntas, que podría seguir enumerando hasta cansarlos, algunas dieron resultado y otras no.
Pero al tiempo, tal y como sucede en todos los órdenes de la vida, la pregunta comenzó a metamorfosearse y ya no me sentía tan segura de haber encontrado la fórmula adecuada para moverme más rápido.
Las preguntas con el tiempo se transformaron en:
"¿Y si dejas ese trabajo que no te gusta y buscas lo que te hace feliz?"
"¿Y si le dices a esa persona, de verdad, lo que sientes?"
"¿Y si haces las maletas y te mudas de planeta?"
"¿Y si dices, no gracias más seguido?"
Y ante esta oleada de preguntas sin respuesta, me sentí aturdida, así que busco ahora algún otro curso de coaching que me ayude a responderlas.
Mientras tanto intento sentarme en el sofá lo menos posible y sonreír, sobre todo sonreír.
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