Desaprender
Hoy te desaprendo. Después de este café de la mañana, después de la siesta y después de la ducha. Hoy, créeme, te desaprendo. Ataviada de coraje invisible y frágil, acobardada de dudas y preguntas, aún así, a pesar de estas lágrimas, a pesar de mi, hoy te desaprendo. Me olvido hoy, después del almuerzo de vos, de todo tu ser, de tu escasa compañía, de tus ojos inquietantes y tus palabras tardías. Me olvido hoy, después de la cena, de tu dádiva dominguera, de tus manos egoístas y tus caricias perdidas. El problema es que si te desaprendo moriré también en el intento. Ya no seré esa que fui. La que antes estaba, la que pedía, la que daba. Me tengo que desaprender, y tengo tristeza, y tengo ganas. Desaprendo pedir por favor, rogar inquieta, desaprendo mendigar, llorar en silencio, con rabia, me desaprendo, aunque a veces me gustaba. Así que hoy, después del ocaso, me desaprendo entera.